miércoles, 30 de julio de 2008

FUEGOS



Los fuegos artificiales nunca me han gustado especialmente... hasta ahora.

Es más: siempre me han provocado mucho respeto, incluso temor.

La posibilidad de que un palo aterrizara en picado directamente sobre mi cabeza, o bien de que a un cohete despistado le diera por embestirme, me ha disuadido a menudo de su disfrute... hasta ahora.

En este momento, los fuegos me pertenecen. Incluso me es posible identificarme con ellos. Puedo sentir muchas veces su energía brotando por los poros y estallar por toda mi piel. Puedo ser capaz entonces, con la explosión, de contemplar un mundo de colores desde lo alto, un mundo del que yo formo parte, expandiéndome en el cielo, en compañía...

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